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4. El BOOMT de Hidroituango

LA DELIBERADA CONFUSIÓN DE ROLES POR PARTE DE LA CONTRALORIA CON El BOOMT

 

 

Hay muchas cosas que comentar sobre el acuerdo de Epm, las aseguradoras y la Contraloría para cubrir el daño ocasionado en el proyecto, pero esperemos a que mañana viernes se publiquen los términos precisos para ver cómo queda la partida. Digamos de momento que el alcalde trolero busca popularidad en la mentira y que no sería suficiente que se suspendan los efectos de la sanción sino que el propio fallo debe ser revocado para reestablecer nuestro buen nombre.

 

Vamos ahora a la cuestión del BOOMT y al papel del GEA en Epm e Hidroituango.

 

En la construcción de Hidroituango hubo cambio de roles. Antes de marzo de 2011, Epm no decidía nada sobre la construcción de la hidroeléctrica, después de esa fecha lo decidió todo. Yo actué en todo momento concertando sin descuidar los intereses de Epm.

 

Este sencillo grafico es clave.

 

 BOOMT: El antes y el después de las decisiones.

 

La última de las acusaciones de la Contraloría en mi contra fue que:

 

Permití que se consignaran salvedades sustanciales al contrato BOOMT con EPM Ituango, que liberaron de responsabilidad a EPM y modificaron la distribución de riesgos en perjuicio de Hidroituango.

 

Breve contexto: El recorrido inicial de Hidroituango fue accidentado. Con la compra que la Gobernación hizo a los accionistas minoritarios para tener la mayoría accionaria de la empresa, en lo que Epm calificó como toma hostil, las relaciones entre los dos socios empeoraron.


Ya había sido aprobado el proyecto en una subasta nacional de energía. Un mojón determinante fue la participación en la subasta nacional de energía en la cual la empresa Hidroituango se comprometía a tener en operación las primeras turbinas a finales de 2018. Con esa fecha establecida e inmodificable, empezó un conteo de diez años para llegar a la meta.  


Sin embargo, el camino no estaba claro.  Los dos socios tenían una paradoja: El uno tenía el cómo y con qué y el otro tenía el control para decidir. La Gobernación,  en uso de su posición dominante, le pidió a una banca de inversión que le estructurara un modelo de negocio para  sacar adelante  la  hidroeléctrica. El modelo adoptado se conoce como BOOMT (Build, Operate, Owned, Maintenance and Transfer), sigla en inglés de una especie de concesión,  que hasta entonces no se había aplicado en Colombia, en el que el concesionario se compromete a construir la hidroeléctrica, operarla por varias décadas  y, luego de recuperar la inversión, devolverla al dueño. La Gobernación decidió avanzar, mostrando que podía   prescindir de Epm. Convocó a un concurso abierto para recibir propuestas de empresas para el BOOMT. El tamaño del negocio convocó a muchas, se precalificaron ocho propuestas, entre ellas la de Epm, que tenía capacidad competitiva por tener todos los recursos a la mano en su sede, Medellín.

 

Había mucha incertidumbre y se hablaba de influencias indebidas y de la sombra china.  Pero había un interés del gobierno nacional,  de sectores de la sociedad antioqueña y, desde luego de Epm, para que el viejo sueño de Hidroituango se quedara en la región.

 

Después de agrios enfrentamientos con la mediación de líderes regionales y del propio presidente Uribe, la Gobernación y Epm llegaron a un acuerdo en marzo de  2011.  Epm sería la concesionaria de BOOMT para construir Hidroituango y, a cambio de ello, la Gobernación recibiría beneficios económicos.  Los detalles del BOOMT los negociaron por parte nuestra, Federico Restrepo y Juan Felipe Gaviria, con el equipo técnico de Epm. Después las juntas de Hidroituango y Epm lo aprobarían.

 

Las salvedades pedidas por Epm se incluyeron porque era posible que no se cumpliera con la realización de algunos hitos en las fechas previstas,  porque ya el proyecto había acumulado retrasos y se presentaban inconvenientes con algunos contratistas.

 

En este punto debo repetir que, en esta historia, aparezco con dos roles. De un lado, en mi rol principal, presidía como alcalde de Medellín la Junta de Epm; del otro, en un rol secundario era miembro de la Junta de la Sociedad Hidroituango, cargo que delegué (como lo autoriza la ley) en Juan Felipe Gaviria.  Las acciones y omisiones que me reclama la Contraloría están relacionadas con mi rol secundario.

 

Desde luego no es razonable, ni legal, que la Contraloría me sancione por no haberme opuesto a las “ventajas” concedidas a Epm, siendo yo presidente de su junta y, sobre todo, siendo el contrato BOOMT un acuerdo, un consenso, de las dos partes.

 

La importancia adicional del BOOMT, que aquí he explicado de manera sucinta, es que desde su firma, las decisiones sobre la obra fueron asumidas al cien por ciento por Epm, y la empresa Hidroituango pasó a un rol de control y verificación. Estos cambios en el esquema de ejecución han sido aprovechados, en otros casos y el mío, para confundir a las personas que no conocen los detalles de este proyecto.

 

Se acabó el espacio y no alcancé a hablar sobre el papel del Gea en Hidroituango y Epm, pero seguimos…. Gracias.

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